Como es costumbre salgo a caminar sola por las oscuras carreteras sin asfaltar de mi mente…de nuevo está todo oscuro, tanto que camino con los brazos estirados, y con el miedo apoyado en mi hombro…clavándome sus afiladas garras, procurándome dolor para que no me olvide de su perenne presencia, parezco la pirata del miedo, la pirata del horror…De pronto el aire se torna espeso, nublado, denso como si me hubiera adentrado en un cuadro de Leonardo…escucho un suspiro, casi agonizante…Se trata de un chico robusto, con los brazos grandes y torneados, y de manos muy ásperas…lo veo empujando una enorme piedra, le ofrezco mi ayuda, la rechaza triste y enfadado…pobre Sísifo, no sabe cómo lo entiendo, aunque mi piedra no sea grande y pesada, lo es de otra manera aquello que no pesa pero que te arrolla y te chafa como una mísera mosca…Me cruzo con Charles, aunque a él le gusta más que lo llame por su solemne apellido: Baudelaire, va con alguien, no sabría decir si hombre o mujer, pero era un ser pálido, pálido como un vampiro…los ojos de Charles siempre me han dado miedo, así que no miro y no le digo nada…él pasa por mi lado y me pisa, y se me escapa un: ¡maldito!, siempre intenta hacerme enojar, le pasa a muchos…Después de estar largo rato sin cruzarme con nadie, me meto en un antro, oscuro y siniestro pero con buena música, Tom Waits se podía distinguir entre el griterío de la gente drogada y bebida…me voy a pedir una copa y en la barra veo a Sísifo, resulta que Bukowski se lo ha llevado de juerga, y han dejado la roca gigante aparcada un rato…van con tres putas muy jóvenes y muy guapas, quizás demasiado jóvenes, pero en fin después de estar infinidad de siglos empujando una piedra para que se vuelva a caer, tampoco está mal que descanse el muchacho…total la piedra le espera ahí fuera, asi que…Me despierto y recuerdo que me he dejado la funda de la máquina de escribir en casa de Marcel, y me dispongo a ir a recogerla y rápido que este seguro que me la vende o algo raro…me miro al espejo y me doy cuenta de que en el fervor de la noche me he depilado las cejas como Edith Piaf o como Bowie, vamos que no tengo cejas, espero recuperarlas porque la funda de la máquina de escribir me temo que la voy a perder ya…pero bueno no pasa nada…Mis tristezas, mis placeres, no los necesito más, barridos los amores, con sus trémolos, barridas para siempre, parto de cero…non, rien de rien, non, je ne regrette rien…
Partir de cero siempre es bueno, siempre es una opción. Partir de cero, de la nada, del vacío, de la hecatombe personal, es un desafío al alcance de unos pocos, de aquellos que saben apartar la mirada de la realidad que les rodea, de quienes son capaces de detener su tempo personal, de quienes tienen en su mano la posibilidad de escribir recto en renglones torcidos, de aquellos que miran a las plymas en las alas de las águilas cuando vuelan, de aquellos que tiene la capacidad de observarse a sí mismos desde fuera de su cuerpo, de gente así, en fin, de gente como tú, que ni eres burda, ni mucho menos absurda. Parte de cero una vez. Parte de cero esta vez...
ResponderEliminar