Me sorprendo a mi misma de los absolutos e impecables buenos modales que tengo…poseo un saber estar fuera de lo común, esto es así, soy una persona educada, correcta en todo momento, agradable e incluso tendente a la sonrisa…por otro lado basta con mirarme a los ojos, para saber si ese retraimiento, ese mantenerme callada, es real o no, mis ganas de matar salen por mis cristalinos ojos, y muchas veces fantaseo con mi revolver imaginario, con el cual comienzo a reventar cabezas a golpe de tiro…Es entonces cuando me refugio en los aseos de los sitios, en los aseos de los sitios es donde normalmente me lo paso mejor, o al menos mi ganas de matar se mantienen a raya; en el último aseo en el que estuve, había un cuarto oscuro de la intelectualidad, en el cual deberían haberme prohibido pasar ya que no me considero en lo más mínimo intelectual, sin embargo allí me vi, sentada en una mesa redonda y pequeña me sentía más pequeña que nunca, desubicada…a mi lado Samuel Peckinpah, el cual me dijo que Montana, Morrison y Presley le habían hablado de mi, cosa que me halagó sobremanera; me quedé muda siempre me quedo muda en los momentos en los que no debo hacerlo, además era la primera vez que se me aparecía Sam, me gustó porque aunque yo permanecía callada, él no paraba de contarme historias maravillosas y violentas todas ellas…
De repente entra un tipo con gafas de sol, un cigarrillo en la boca y revolver en mano…me costaba entenderlo, hablaba muy rápido, se me acerca me señala con la punta del revolver y me dice que le sueno, se sienta a mi lado…era Hunter! Hunter Stockton Thompson…me echó el brazo por el hombro sin soltar la pistola, y me dijo que me entendía a la perfección, que él jamás había sido capaz de mantenerse callado, como yo hago siempre…que le gustaba mi imaginaria manera de hacer desaparecer a la gente molesta, les disparo desaparecen a mis ojos aunque no a los ojos de los demás…También estaba por allí Buñuel con las manos llenas de hormigas, me dijo eso que en mi imaginación podía matar, juzgar y hacer absolutamente lo que quisiera que allí era el único sitio donde podía sentirme totalmente libre, y aquí estoy…con Lord Byron mirando lo que escribo, que dice que es una mierda todo, y que solo cito nombres de gente que me gusta, sin fuste alguno, que no existe conexión, que solo hay caos…efectivamente no existe conexión y solo hay caos, por lo tanto creo que soy bastante más lógica de lo que pensaba…Mientras tanto y como acompañamiento suenan la voz de Jim Morrison (muy típico, lo sé),,,y como diría mi querido Álex…Que paz, que paz celestial, era la suntuosidad y la untuosidad hechas carne, como un pájaro de un raro metal celeste o como un vino de plata fluyendo en una nave espacial. La ley de la gravedad ya no cuenta para nada, mientras escuchaba, vi imágenes maravillosas…
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