En esta pesquisa absurda que es la vida, la vida como concepto general, generalizo sí, justo lo que dicen que no debe hacerse pero todos hacemos, todo es absurdo y todo es nada…La crítica común de mi forma de escribir es el sonido victimizante de mi reiterativo discurso, un trasfondo de vomitiva compasión; autocompasión victimizante, vomitiva, reiterativa y buclótica (de bucle, por si cabía duda)…Se trata de una especie de autoempatía poética y dramática, y me autopregunto: ¿cómo puede sentir un ser que siente el mayor de los desprecios hacia su propia existencia, empatía hacia si mismo? ¿será fruto de que cada uno de nosotros tenemos diferentes caras o lados oscuros y luminosos que se alternan a lo largo de nuestra existencia efímera, poseyendo cada uno de estos lados libre albedrío, ajeno a nuestra voluntad*? (*bueno según el ser, hay seres humanos que son capaces de controlar, sin saber cómo, la alternancia de los mencionados lados, en este caso me refiero a mi, entre otros…). Está claro que todos poseemos lados de todos los colores y luces, eso es algo sobre lo que no me cabe la menor duda…la duda asoma sobre el resto de todas las cosas, o casi todas, creo.
Creo que he regresado al punto de partida al que un día me propuse jamás volver y del que no tengo claro que vuelva a salir, ¿es esto autocompasión? Yo creo que no, se llama desesperanza y desesperación, porque me encanta que los planes salgan bien y no soporto cuando nunca salen…Una vez Samuel Beckett al que adoro, escribió en algún lado: “Las lágrimas corren por mis mejillas sin que experimente la necesidad de entornar los ojos. ¿Qué me hace llorar así? De tanto en tanto. No hay nada aquí que pueda entristecer. Tal vez se trate de cerebro licuado. En todo caso, la felicidad pasada se me ha ido completamente de la memoria, si es que alguna vez estuvo presente en ella”…Hoy siento esta frase, más mía que nunca…
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